AL CENTRO DE LA CIUDAD
Pregunta
usted por qué vivo en el centro,
por
qué tolero tanta mugre y desorden,
tanto
caos, si existen sitios mejores
donde
se respira un aire más tranquilo
y
la inseguridad no es tan rampante.
Responderé
a su pregunta. Pero antes
le
diré por qué rechazo la periferia:
Es
casi o más mugrosa que el centro,
sobre
todo en ciertas capitales.
Además,
luce un ambiente pueblerino
que
deprime y empobrece mi espíritu.
Digo
esto sin ofender a las personas
que
con sus poses burguesas
muestran
unos prejuicios de clase
nacidos
de su congénita estupidez.
Ahora
paso a responder su pregunta:
El
centro es un hervidero de gente
donde
se juntan el pensador y el poeta,
el
teatrero, el comerciante y el vago,
el
reciclador, el gamín y el lustrabotas,
la
puta, el pintor y el saltimbanqui,
el
periodista, el mendigo y el ladrón,
mezclados
con filósofos y maestros,
bachilleres,
idiotas y jubilados,
policías,
relojeros y taxistas,
ejecutivos
y vendedores ambulantes
en
una amalgama que es la fibra
y
la sangre de la población.
¿Comprende
usted ahora por qué quiero
vivir
el resto de mi cambiante vida
en
el sector más duro y controvertido
que
tienen tantos centros urbanos
de provincias y países
industrializados?
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