domingo, 24 de febrero de 2013

Del libro "Poemas de Mar-K" (Homenaje a la K)



MAR–K–10

La inmortalidad, si existiera,
sería de lo más tedioso;
las diskusiones se harían interminables
porke si alguno de los inmortales
kisiera negar ke se enkuentra ekivocado,
no habría manera de konvencerlo.

Kon los mortales la situación es diferente,
pues si la parte ke diskute se hace molesta
a juicio de su oponente,
basta kon matarla y se akaba la diskusión.

Si uno mata a otro, uno tiene la razón,
si otro mata a uno, otro tiene la razón;
este método es viejísimo,
tan viejo komo la humanidad.

Si Galileo viviera eternamente
sería muy engorroso diskutir kon él,
pero no es así. La Inkisición
aprovechó esa cirkunstancia en su favor,
el científiko aceptó ke estaba errado
y todo se arregló de la manera más limpia.

Mussolini kreyó ke civilizaba a Etiopía
porke tenía más tankes y aviones ke Hailé Selassie.
Si éste hubiera tenido
más tankes y aviones ke Mussolini,
entonces Etiopía habría civilizado a Italia.

Lo mismo puede decirse de Alejandro,
de Ciro, de Jerjes, de Gengis Kan,
de Adolfo Hitler o de Stalin,
y –¿por ké no?– de los Estados Unidos.

Rekurrimos al habla komo último rekurso,
pues lo más expedito es kolgar al kontendor
para demostrar ke estamos en lo cierto.

Los ke en verdad detentan el poder,
son de pokas palabras
y desprecian las diskusiones
porke las konsideran una pérdida de tiempo.

Hablamos para influir sobre la gente,
pero si podemos dominarla de una vez,
¿para ké enfraskarnos en konversaciones?

Las asociaciones internacionales
son la mejor eskuela para las lenguas vivas,
ya ke la tradukción simultánea,
además de dar trabajo a mucha gente,
permite praktikar idiomas
y expresarse bien en públiko.

Tenemos tan desarrollado el instinto del habla
komo el instinto de pelea.
Por eso la mezkla de golpes y palabrería
ha sido tan popular en todas las sociedades,
aunke son akéllos los ke al final se imponen.
Ésto, komo puede verse,
le da un toke humorístiko a la vida.

Así ke kuando alguien más fuerte ke nosotros
y armado hasta los dientes, nos pregunte:
¿Tengo razón o no?,
debemos responderle inmediatamente:
¡Klaro ke tiene usted razón!
Kosa ke no haríamos si fuéramos inmortales.

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