viernes, 3 de agosto de 2012

Del libro "La calle de las complacencias"


RAMERA

¡Oh mujer y fiebre hecha mujer!
Labios que te han husmeado
no husmean ya la muerte.
Saint John Perse

Los tiempos van cambiando
y tú, consuelo de los solitarios,
de aquellos que nunca fuimos saciados,
has tenido también suerte diversa:
Esclava en puertos orientales,
sacerdotisa en Grecia,
manceba en antros proletarios,
concubina de Reyes y Señores.
Pero aun así eres la misma,
siempre complaciente y costosa.

Podrán prohibirte aquello que procuras,
en ciertos días del año. Quizá los viernes,
los domingos y los miércoles.
Cuando estés embarazada
y un tiempo después del parto.

Podrán lapidarte, cortarte la nariz,
enviarte al ostracismo,
pero no conseguirán alejarte de nosotros,
dejándonos así, abandonados,
porque eres el fénix de aquellas
que se cuecen en su propio fuego.

Qué más da.
Mientras haya un cobertizo
de olorosa madera junto al bosque,
serás noble, puta y gozadora,
los tres bellos atributos con que adornas
los declives naturales de tu jugoso cuerpo.

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