sábado, 4 de enero de 2014

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



TRIGESIMOCUARTO YO

No soy supersticioso,
pero llevo mis amuletos
para obtener protección
y alejar todos los males.

Yo soy mi propio adivino
y me aconsejo constante
con las fases de la Luna,
junto a otros elementos
que debo tener en cuenta
para la buena salud,
quitar las contrariedades
y penas de toda índole.

Hago té de milenrama
para acabar con la gripa;
el de lavanda me sirve
cuando los nervios son débiles;
el de salvia no me falla
contra malas digestiones;
el de romero es perfecto
por ser un buen profiláctico;
el de enebro, por diurético,
no tiene comparación:
mejora el flujo en la orina
y da envidiable apetito.

Pero lo más importante
es no fiarse de uno solo
y obtener varios al tiempo
mezclándolos entre sí.

Agregar un talismán
que atraiga la buena suerte,
destierre perros rabiosos,
detenga las hemorragias
y capture a los ladrones,
es el sueño más preciado
que anhelo hacer realidad.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



TRIGESIMOTERCER YO

Mi nombre no es Paracelso,
ni siquiera Isaac Newton,
pero investigo sin tregua,
en mi búsqueda afanosa,
los misterios de la alquimia
que consagran los poderes
de la eterna juventud.

Con procedimientos exóticos
sumamente complicados
busco la piedra filosofal,
alterando el fuego tanto
que aparecen salamandras
cuyas funciones ayudan
al proceso creativo.

Como todos mis colegas,
creo que el cosmos se hizo
de una materia uniforme,
variada luego por los átomos
que produjeron la Tierra
y demás cuerpos celestes
que vagan por el espacio.

Para mi propósito invoco
al poderoso dios Hermes,
con sus sandalias volantes,
su varita hechizadora
y la flauta que provoca el sueño.

Desde hace bastantes siglos,
igual que mis asistentes,
chamusco mis vestiduras,
mis barbas y mis cabellos
con los chascos cotidianos
que esas labores producen.

Mis apoyos más buscados
son, entre muchos y buenos,
el hígado del cocodrilo,
los esqueletos humanos,
la vejiga de los rumiantes
y una porción de mandrágora;
eso agregado a la lista
de las cosas principales.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



TRIGESIMOSEGUNDO YO

Soy el príncipe Hasán, propietario de la alfombra
con la cual casi conquisto la mano de Nurimbar,
la más hermosa princesa en el Estado de Bisnagar.

Inútil para el profano tratar de imitar algunos
de estos extraños vehículos,
pues sus formas y colores varían continuamente,
y sólo empresarios hindúes
tienen la fórmula secreta para que sean voladores.

Cuando Alí fue vencedor en el concurso de arquería,
para el cual me preparé con disciplina espartana,
desistí en definitiva de incursiones por el aire;
vendí barata la alfombra,
y desconozco hasta hoy en qué lugar misterioso
se refugia finalmente
aquella gran precursora de los vuelos orbitales.