lunes, 17 de septiembre de 2012

Del libro "Las islas del pescador"


VÍA LÁCTEA

Cuando Zeus y Hera
pasaron su luna de miel en Samos
no estaban preparados para mi nacimiento.
Mucho más tarde, Mario y Gabriela
pasaron la suya en El Bosque,
hacienda a orillas de El Barroso,
municipio de Salgar.
Allí engendraron a Verano,
poeta que recoge en su redoma
la leche de la diosa,
disparada al cielo, según los griegos,
tras el abrazo del ardiente esposo
en la noche nupcial.
Explicaban aquella luz difusa
prendida en el espacio
como el chorro del divino seno,
bautizándola alegres desde entonces
con el cálido nombre de Vía Láctea.

Del libro "Las islas del pescador"


UGARIT

Cuando esta precursora de las ciudades fenicias
fue arrasada por el fuego de la corteza terrestre,
las llamas derritieron la piedra
y los escribas huyeron de los hornos
sin sus tablas de arcilla.

Guerra, sorpresivo terremoto;
¿quién lo dice?
Lo cierto es que millares de ugaritas
partieron al exilio y no volvieron más.

Hoy, desprevenidas lagartijas
se arrastran inocentes por las ruinas
de un pueblo que tuvo su esplendor
en las Edades del Bronce.
Cultura que dejó sobre tablillas
a través de los escribas
las más elocuentes sugerencias,
como ésta dedicada a los maridos jóvenes:
No le digas a tu esposa dónde ocultas tu dinero.