lunes, 6 de noviembre de 2017

Del libro "No está la Tierra para hacer sonetos"


















CON RELATIVO ÉXITO

He vivido el amor en carne propia
y el desamor de idéntica manera,
también la guerra en su lustrosa inopia,
la paz, incluso, en su infeliz carrera.

Sufrido la riqueza, siempre ajena,
y la pobreza que mi angustia copia,
cual cruda realidad que me condena
a vivir desterrado en casa propia.

Yo todo lo he vivido, y no exagero
cuando afirmo con voz desmesurada
varias cosas que tantos no han logrado:

A los dioses servir de mensajero
en tierras que me vieron de pasada
para ser portavoz de lo ignorado.

Del libro "No está la Tierra para hacer sonetos"

















TEMAS PARA UNA CIUDAD

Uno

A merced de sicarios y traquetos
pagados por mafiosos de etiqueta,
se encuentra Medellín, la muy coqueta,
en esta tierra que perdió respeto.

Se piensa innovadora y educada
porque tiene dinero a borbotones,
repartido entre jueces y matones
que dominan la bárbara manada.

Es así Medellín, que antaño tuvo
su pujanza, honradez y valentía,
hoy convertida en capital violenta

de un pueblo acorralado y rezandero,
que no ha podido cancelar la cuenta
dejada por la historia en el tintero.

Dos

Ellos van en lujosas camionetas
protegidos con armas bien dotadas,
vigilando las turbas desbocadas
que agitan el negocio entre carretas.

Mientras tanto, una plebe más modesta
procura trabajar honradamente
en labores de paga insuficiente
que no alcanza a cubrir lo que le cuesta.

Así todos, revueltos en la calle,
no saben quién los mata o los ayuda
en un suelo de visos siempre utópicos.

Medellín ya no cabe en este valle,
y la esperanza se ha tornado muda
en un verde de tonos estrambóticos.

Del libro "El cofre del pirata"


















DE QUÉ ESCRIBIR

De qué escribir, y hacerlo para qué
si todo lo existente está nombrado:
el arte con sus tergiversaciones,
los mares, el amor y las pasiones,
las ciencias, el dolor y la cultura,
revueltos siempre en su brutal empaque
y en este pobre corazón cansado.

Otros han dicho con mejor fortuna
lo que yo no, poeta despistado
que nunca pudo comprender la vida,
ni encerrado ni fuera del establo,
porque es la realidad la que atropella,
no los delirios ni los sueños vagos.

No obstante vivo emborronando páginas
como intonso amanuense despeinado,
mientras llegan, con látigo dispuesto,
los lectores que miran de costado
y críticos de duras opiniones
en salones y plazas de mercado.

Pese a todo, continuaré mi ruta
por distintos caminos, extraviado,
en tanto el mundo se derrumba solo
cual castillo de naipes estrujado
por la mano invisible del destino,
que no tiene piedad del que ha fallado.