martes, 20 de noviembre de 2012

Del libro "Libro nuevo"



DE LA FEALDAD Y LA BELLEZA

Bello un Picasso en su fealdad moderna
y un desfile de modas con modelos
que involucran la fealdad en su belleza,
conceptos que se juntan y se mezclan
como lo hacen las tinieblas y la luz.

Bellas las pinturas rupestres de Altamira
con sus bien delineados trazos
en el hondo interior de la caverna.
Bello el astrágalo de buey o de carnero,
pulido por los brujos de la tribu
para ejercicio de su adivinación.

Fea la flagelación y sin embargo
los Cristos azotados y humillados
nos llenan de gloriosos sentimientos
con sus poses eróticas y bellas.

Contemplamos los cíclopes antiguos
con su ojo solitario y estatura inmensa,
pero fueron seductores para ninfas
que sucumbieron al pulso de su fuerza.

Fea para el sapo la serpiente
que insidiosa le tiende una celada
oculta entre las hojas, o enredada
bajo las ramas del follaje oscuro.

Bella su hembra de redondo cuerpo
y ojos saltones sobre la cabeza,
su boca enorme y amarillo vientre,
y una falta del calor que petrifica.

Si existiera el Demonio sería bello
con sus cachos, su cola, sus pezuñas,
dispuesto para el goce sabatino
con brujas que lo siguen y lo adoran
desde tiempos exóticos y antiguos.

Cuántas veces decimos que el dinero
es fuente de tragedias y otros males;
que no hay que perseguirlo porque es feo
y conduce al país de desgracia.
Pero alcanzamos con él dulces caricias
y favores de mujeres que soñamos
en esas noches de fiesta y desenfreno.

Suele el hombre ponerse ante sí mismo
como única medida en lo perfecto
sobre esta tierra cansada y dolorida.
Pero al mirar el espejo de la vida
percibimos nuestra equivocación,
pues la vida no puede ser perfecta
mientras dolor y miseria la hagan fea
con el hambre y la desesperación.

Malos olores y matices inarmónicos
son siempre detestables por lo feos,
y toda forma diluyente y pútrida
contradice nuestro canon de belleza.

La correcta proporción y sano juicio
es el rasero de conceptos bellos;
así la integridad de la materia
cuando se torna más compleja y rica
en el abismo de lo inexpresable.

Lo armonioso, lo místico y lo bello,
lo excelso y lo asqueroso van unidos
por misteriosos e idénticos senderos,
según afirman sus apologistas.

Cantemos pues al horror y la miseria,
a primitivas pasiones animales,
a lo infecto, lo torvo, lo penoso,
lo execrable, corrupto y desquiciado.

Brindemos por los males conocidos:
la gula de panzones parroquianos
que expresan su placer con el eructo
y la lujuria que conduce al colmo
de la insensata estupidez humana.

Cantémosle a tales realidades
y a la posible afirmación de todo
lo que es oscuro, falaz y repelente.
Lo confirma Plutarco cuando expresa
que en arte lo feo sigue siendo feo,
pero recibe la belleza del artista
como el caos la recibe de lo abstracto.