lunes, 21 de mayo de 2012

Del libro "El panteón incompleto"


DOSTOIEVSKI

El Neva en su perpetuo devenir
vio las horas nocturnas alumbradas
por unas Pobres Gentes,
lo mismo que su mal sagrado.

Combinó la grandeza de sus obras
con un gusto desmedido por el juego
y por las niñas impúberes.

No obstante la violencia del Imperio,
conmutósele la pena capital
por trabajos forzados en Siberia.

El destierro no dañó su devoción
frente al lúdico esfuerzo creativo,
sino que más bien pulimentó
su finísima fibra literaria.

Un 28 de enero, ya cansado
y luego de regar por todas partes
tantos libros quemantes y expiatorios,
se marchó presintiendo que el futuro
también conmutaría su condena
de ser un ignorado entre los muertos,
por otra más liviana y veleidosa:
La de ser recordado entre los vivos.