miércoles, 3 de julio de 2013

Del libro "Abecedario poético"


O

Te observo con respeto y simpatía
por estar químicamente oxigenada
en esta tierra maltratada y fértil,
porque sabes despertar cada mañana
en las cavernas de la oscuridad
bajo los rayos de un Sol gratificante.

Denotas diferencias y alternativas
al situarte en un lugar privilegiado,
entre muchas oraciones idiomáticas
que te observan alegres y curiosas
desde bandos forzudos y contrarios.

Como partícula inicial que eres
de los nombres propios irlandeses,
afirmas con certeza lo generacional,
algo que no hemos conquistado aún
en estos trópicos ardientes y fructuosos,
donde murieron filiaciones ancestrales.

La obscenidad (“ese lenguaje crítico
que algunos utilizan contra otros”)
también está presente en tu carácter,
ya que varios orificios corporales
lucen tu forma al comienzo o al final.

Te inicias en los observatorios
donde los astrónomos conjeturan
o refutan de manera irremediable,
el supuesto saber de sus decanos,
muchas veces obsoleto y obstinado
por el óxido asfixiante de los siglos.

Viajas tranquila y despejada siempre
hasta el fondo de las supersticiones
como signo de lo imperecedero
cuando utilizas el sonido ¡Ooommm!

En mi gran ignorancia no figuras
como letra en el idioma hebreo,
aunque tienes grandísima importancia
en las artes medievales de la alquimia
cuando ésta impone su divina Ley.

Demonio en Siria de la poesía
por esa facultad de ventriloquia
que permite pronunciar oráculos
para reyes altamente poderosos,
o simplistas y parcos ciudadanos,
cuando vas acompañada de la B.

Finalmente te siento indispensable
en numerosas y extrañas situaciones;
por ejemplo como círculo grandioso
que nos brinda con plena sencillez
la primigenia visión del universo.