miércoles, 26 de julio de 2017

Del libro "Por si las moscas"







MARIANA

Tierna como una flor feliz,
cálida como una mañana estival,
sonriente como el sol de junio
cayendo sobre playas encantadas.

Sus senos transpiran, seductores,
la jugosa dulzura de su pecho
como frutos tropicales en reposo,
y su erotismo de musa enamorada
despierta en mi cerebro antiguo
dimensiones aún desconocidas.
Los íntimos recodos de su cuerpo
los intuyo como géiseres de Islandia
en terrenos exóticos y túrgidos.

Embriaga mis sentidos y despierta
ardores olvidados o perdidos.
Su lozana edad, omnipresente,
me dice cosas de tiempos ya lejanos,
cuando tuve paraísos iniciáticos,
sin dioses ni serpientes agregados.

Conservo la esperanza de que un día
ganaré, total, su corazón guerrero,
siendo lanza y escudo, protectores,
en los sinuosos torneos del destino.

Perfuma mi vejez como una rosa,
cuyo bermejo aroma se dispersa
sobre un campo minado de ilusiones.
Amarla es vocación, y es mi derecho,
el cual ejerceré constante
de manera silenciosa, si es preciso,
para no ahogar su juventud dorada
en la fangosa laguna de mis años.