CUANDO
VAYAS A ESTAMBUL
Corría
el año de 1453
cuando
el sultán Mehmet II
arrebató
a los cristianos la ciudad de Constantinopla
y
ordenó construir poco después el Gran Bazar
hoy
famoso en todo el mundo.
Sus
enormes puertas
y
la eterna sonrisa rodando a flor de labio
en
boca de ladinos comerciantes,
capturan
al turista desde las nueve de la mañana
hasta
las diez de la noche.
Se
puede adquirir un cencerro de bronce
de
15 kilos y medio,
ganado
en un combate entre camellos
hace
150 años,
lo
mismo que una pipa diminuta
para
fumadores excéntricos.
También
un brazalete de turquesas,
un
collar de rubíes o unos pantalones de mezclilla.
Amuletos
de oro y bandejas de plata,
cuadros
al óleo y objetos de cristal
son
otras de las cosas que almacenan sus tiendas,
donde
cada transacción es una historia.
Casi
todos los artículos son oriundos del país,
como
la bella espuma de mar
hallada
en las praderas de aluvión en Anatolia,
Tierra del amanecer.
Poca
importancia tienen las falsificaciones
entre
tanta maravilla.
Cuando
vayas a Estambul, tú que puedes hacerlo,
recuerda
visitar el más grande mercado bajo techo
y
dar gracias al conquistador
que
puso motivos indelebles en el mágico libro de los años.