sábado, 21 de diciembre de 2013

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOCTAVO YO

Hijo de Zeus con mujer mortal,
soy la esencia del vino y las celebraciones.
Mi padre me protegió desde la cuna
entregándome a las ninfas
que habitaban en el monte Nisa.

Ellas me inculcaron el gusto
por el canto y por la danza,
mientras el viejo Silenio me tentaba
con su vida alegre y despreocupada.

Muy joven conocí las uvas
que crecían en las mesetas del monte,
inventando la bebida que provoca euforia
y el sueño en los humanos.

Tanto me aferré al descubrimiento
que mis nodrizas me creyeron loco
y el oráculo afirmó en su juicio,
por boca de la sabia pitonisa,
que el divino placer valía la pena,
aun siendo seguido al otro día
por el fiero aluvión de la resaca.

Cabalgando en mi eterno compañero
expando la costumbre por la tierra,
pese a las feas consecuencias
que producen sus efectos,
como aquella sufrida por Icario
después de emborrachar a sus pastores.

Aunque ciertos mortales me rechazan,
persisto en mi regalo embriagador,
y a los piratas que me capturaron
atándome contra el mástil de su nave,
les convertí la mar en vino
para unirlos a mis grandes bacanales.

Vago con mi tropa de recios bebedores
que bailan, discuten y vomitan
cuando llevan mi gordura en hombros,
mientras agito mi copa y canturreo
antiquísimas tonadas de beodos.

Las leyes más estrictas no han logrado
impedir que mis guerreros
celebren sus ruidosos festivales
y provoquen, en jóvenes y viejos,
el goce desbordante de mi ofrenda,
donde sienten los raros desvaríos
que producen las grandes borracheras.

Del libro "Poemas de un esquizofrénico"



DECIMOSÉPTIMO YO

Soy el espíritu más noble
de los antiguos monarcas
que gobernaron a Inglaterra.
Mi cuna fue consentida
por la duquesa Igraine,
tras unas maquinaciones
del viejo mago Merlín.

Hombres de bastardo arrojo
asesinaron mi padre
antes de que yo naciera,
y el mago predijo un triste
futuro para mí.

Viví en guerra permanente
contra los reyes del norte,
a quienes mi progenitor
derrotó indomablemente
en la batalla de San Albans.

Larga y sangrienta es la historia
de mi vida y de mi reino,
por las traiciones arteras
de pérfidos cortesanos,
como el malvado Morded
y otros que aseguraron
poner dagas afiladas
entre mi cabeza y mis hombros.

Lancelot con sus amores
hurtó de mis brazos a Ginebra
para llevarla en los suyos
al castillo de la Guardia Alegre.

La pérdida del Santo Grial,
donde tantos caballeros
sufrieron derrotas despiadadas,
incluyendo a Galahad
cuando se fugó a los cielos,
fue otro dolor de mi alma.

Ni José de Arimatea
con sus santas intenciones
pudo evitar los fracasos,
coronados por mi muerte
en el campo de batalla.

Pese a todo, me torné leyenda
para las mentes brillantes de Inglaterra,
que tomaron en cuenta mis hazañas
como digna encarnación de su país.