domingo, 30 de junio de 2013

Del libro "Abecedario poético"


N

Soy un NN para ti. Tú para mí,
inabarcable como la numeración,
como el amor de los enamorados,
como intento mirar el universo
cuando inicio esta mágica canción.

Amable, no lo niego, lo aseguro,
pero temo tu presencia muchas veces
porque tu vicio es el odio inveterado,
como afirman legendarios ocultistas.

Tu perfume es el Jacinto, me lo juran,
aunque mi olfato demuestra que tu olor
se nota siempre en la demonología
como signo superior de los tormentos.

Originas la palabra nacimiento,
que según el cáustico Ambrose Bierce,
es el primero y mayor de los desastres.

Además de dar nombre a la nariz,
ese puesto de avanzada en plena cara
que nos hace parecer ridículos
frente al honesto y perspicaz espejo,
también intentas recordarme al simio.

Designas el norte geográfico
y el conjunto de números normales
que van girando alrededor del cero,
o si alguien lo prefiere, que lo diga,
cuando lo haces descartando el mismo.

Símbolo eres de ese cuerpo insípido,
inodoro, incoloro, simple y gaseoso,
llamado nitrógeno por los especialistas,
igual que del prefijo nano
y de tres unidades de medida
que involucran la palabra newton.

Te sobras en valores, casi todos
piezas magistrales de la contradicción,
o paradojas que van a enriquecer
aparentes incompatibilidades,
en coexistencia con lo más ilógico,
pero lleno de misterio y beatitud.