viernes, 17 de octubre de 2014

Del libro "Poemas misceláneos"



LOS HUEVOS DE LA POESÍA

Huevo cocido

¡La poesía tiene huevo!
¿Será por tanta huevonada
que escribimos los poetas?

Si la poesía tiene huevo
debe ser un huevo bien cocido,
no tibio ni blandito,
y menos de cualquier manera.

Debe ser un huevo duro,
cocido en el caldero de la imaginación,
en las aguas hirvientes de los mares perpetuos,
sobre el horno encendido de las constelaciones,
bajo la mirada impúdica de los dioses paganos
o en la envolvente de un solitario Dios.

¿Qué mago –me pregunto–
puede cocer el huevo inasible de la poesía?
¿Entre los hervores de qué líquido
coagular su yema de amarillos ojos
y su clara transparente y pura?...

Sólo el poeta sabe semejante alquimia,
siendo el único llamado a degustar
en la mesa de los sueños tan generoso manjar.

Huevo que nunca mueres,
huevo que te cueces en cada poesía,
huevo de innumerables formas y texturas
divinas y profanas:
Quiero tus nutrientes hoy
cuando aún la vida me sonríe
como duende juguetón y tierno
entre gallinas de un mágico galpón.

Del libro "Patente de corso"



VEINTICUATRO

Viajamos hacia un nuevo oscurantismo
si es que de él escapamos una vez;
el caso es que rodamos al abismo
saltando del derecho y del revés.

Mezclando vasallaje y altivez
se conforma un odioso populismo
con hampones salidos de la hez
que aparentan perfecto mesianismo.

De nada servirá que brille el Sol
si las sombras imperan soberanas
en cerebros con mecha de farol

y ambiciones de simple barragana
que piensa más acá de su perol
y se vende por una palangana.

Del libro "Poemas misceláneos"



LA APARICIÓN DE JOSÉ

Yo andaba por el desierto
junto a la playa (y esto no fue un sueño),
cuando apareció María, cálida como un Sol,
tierna como la brisa marina,
temblorosa y lejana como una estrella.

Sus ojos brillaban con un fulgor travieso
repletos de inmensidad en el cielo plomizo
de mis pocas esperanzas y alegrías.
El mar en calma, con sus olas tranquilas
besaba los extremos de su desnudez.

¡María!, grité con la ansiedad
de un adolescente extraviado,
mientras ella, atónita y desconfiada
miraba los pasos inseguros de mi acercamiento,
como si fuese un fantasma surgido de las arenas
bajo la noche embrujada, dispuesto a despojarla
con manos gaseosas de su nocturna belleza.

Apenas había llegado junto a su forma morena
cuando escuché de su boca, nutrida de imprecaciones,
la voz ronca y vacía como violín sin cuerdas,
que sentenciaba imponente contra mis pobres oídos:
¡Anda tú, demonio de los demonios!
¡No soy ninguna María! ¡Yo soy el negro José!

Del libro "Poemas misceláneos"



CONFESIÓN DE UN VIEJO MARINO

Soy un viejo lobo de mar
a quien se le han muerto
todas las madres de sus hijas,
pero no sus mares interiores.

Soy un viejo marino
que lleva en su corazón
el rugido de las olas
y las grandes tempestades
que pugnan por invadir
las desconocidas playas
de la poesía y la locura.

Soy un viejo lobo de mar
que no da brazo a torcer
en las noches bohemias
del delirio y la imaginación,
gozadas en bares marginales,
especialmente aquellos
marcados por el desenfreno
y la danza de ritmos ancestrales.

Soy un viejo marino
que vive con la inocencia
de una tarde septembrina,
cuando las hojas caen
como trofeos amarillos
de la estación ya ida.

Soy un viejo lobo de mar
que morirá en su ley
borracho de amores y de vida,
como sólo pueden hacerlo
los eternos anarquistas
de las falacias del mundo.