lunes, 17 de octubre de 2016

Del libro "Voces de mar y tierra"








ASGARDIA

Hoy miro desde Asgardia la Tierra en lejanía
(una pequeña esfera perdida en el espacio),
cubierta de hondas selvas y dilatados mares,
desiertos quemadores y cumbres congeladas,
girando entre pavuras de soledad nocturna
y soles que iluminan con filos de cuchillo
los ríos y ciudades que bullen incesantes.

Asgardia, nación libre
para mi vocación de cosmonauta en cierne,
habitante y poeta de las constelaciones
que agitan con su brillo mis sueños imposibles.
Asgardia, sello y canto
de los que no tuvimos la paz sobre el planeta,
hoy depredado y seco
por las turbias orgías de los poderes fatuos.

Asgardia, bella Asgardia,
que alumbras el vacío cual juvenil antorcha,
hogar donde soñamos sin las obtusas guerras
desatadas por siniestros bandidos de postín.
Asgardia de inmigrantes científicos y artistas
que intentan en tu suelo librar la gran batalla
de todos los designios que dicta el pensamiento,
buscando en esa forma los triunfos de la vida
contra la negra noche del llanto y de la muerte.

Reina interespacial, entre la Tierra y la Luna:
Recuerda que mi canto tiene ritmo perpetuo,
mezclado con las pausas de un profundo silencio,
para que puedas soñar con tus bienes celestes,
en medio de la bruma o claridad radiante
que te ofrecen los astros con sus rayos eternos.

Tus nuevos habitantes seremos los pioneros
de los viajes que rompan los velos siderales,
más allá de los soles, mirados como estrellas
en las profundidades del móvil universo;
seremos tripulantes de un cosmos en derrota
por los mares helados, sin puertos ni riberas,
piratas combativos de ardientes supernovas,
con timón de quasares y velas de protones
que orientan nuestra ruta hacia la inmensidad.

Asgardia es hoy la patria de los desheredados
que no luchamos nunca por cuotas de poder
en esa tierra fértil, hermosa y mal poblada
por unos seres tristes, ególatras y obtusos,
sin la menor premura por cultivar siquiera
un poco de esperanza
para quienes nacimos creyendo en la belleza,
hambrientos de justicia, sedientos de placer.