miércoles, 22 de febrero de 2017

Del libro "Voces de mar y tierra"



















CUASIOMNÍVORO

Siguiendo una enseñanza china
ingiero todo lo que nade o vuele,
excepto barcos, aviones y cohetes;
todo lo que se mueva en tierra,
salvo tanques, tractomulas y autobuses.
Me indigestan, eso sí,
militares, religiosos y políticos
porque son tóxicos y contaminantes,
con un sabor amargo que produce vómito.

Por lo demás,
no tengo límites de ninguna clase:
Omnívoro en amores y desamores,
en odios, rencores y venganzas,
en lealtad con quienes son amigos,
en indiferencia con los indiferentes,
en desprecio por los poderosos,
y así, sucesivamente,
hasta las últimas consecuencias.

Ahora pregunto como cualquier ególatra:
¿Habrase visto mayor honestidad,
siendo bárbaro entre los bárbaros,
soberbio entre los soberbios,
humilde entre los humildes,
civilizado entre los civilizados,
mortal entre los mortales,
y, sobre todo,
humano entre los humanos?