SOMBRERÓN
¡Si te alcanzo te lo
pongo!,
le
grito a los borrachos caminantes
para
infundirles pánico,
y
persigo a jovencitos fumadores
porque
me agrada disfrutar sus vicios.
Mi
sombrero, inmensamente grande,
me
cubre por completo hasta los pies,
pero
insinúo mi negra vestimenta
y
mi porte imperturbable y misterioso.
Rechazo
formular preguntas
y
sólo aspiro a caminar tranquilo,
silencioso
como la misma noche,
ignorando
aquellos cuyas vidas sean
difusos
signos de interrogación.
Me
ven como jinete porque soy
bastante
aficionado a los caballos,
en
compañía de mis perros negros,
apresados
con dos gruesas cadenas,
rebumbiosas
y oxidadas a la vez.
Prefiero
también las noches negras,
cuando
salgo con mi ruana negra
y
mi sombrero todavía más negro.
Viajo
en condiciones afrentosas
por
cerros de Antioquia y Viejo Caldas,
sin
contar otras regiones del país,
asustando
y siguiendo jovencitos
que
fuman cigarrillos y algo más.