domingo, 25 de noviembre de 2012

Del libro "Libro nuevo"



FATAL DESTINO

Carl Sagan con su pedagogía
y su verbo pragmático y magnético,
no cambiará para nada esta estulticia
de cerebros mesocráticos y sordos
al clamor permanente de la vida.

Ni Hawking podrá desde su silla
conmover a los memos con sus libros,
porque esta humanidad enloquecida
deambula sin rumbo entre políticos,
malandrines, cortesanos y asesinos.

No pudo Hiparco, Eratóstenes ni Kepler
convocar a reflexión tanta sandez,
tampoco Newton con sus grandes leyes
alcanzó a gravitar sobre la misma,
que reinaba y reina en este globo
esclavizado por brutales hienas.

Einstein apenas, relativamente,
explicó el universo con sus fórmulas
que pocos entendieron; sí, al contrario,
abrió camino a las fatales bombas
borradoras de Hiroshima y Nagasaki.

No hay caso, no hay perdón, todo se hunde
en un mar de codicia embrutecida
bajo los ásperos tentáculos del mito,
que intenta trepar hacia las cumbres
donde asienta el poder su plataforma,
carcomida por siniestros cucarrones.

La Tierra hervirá como un caldero
sazonando esta sopa de mortales
que no sabe proteger su embarcación,
mientras viaja por mares desolados
hacia puertos de galaxias fantasmales.

Desde lejos se verán las llamaradas
del incendio provocado por el hombre,
como puntitos de luz entre cometas
que van y vienen tras distintos soles
buscando ansiosos mejorar sus aires.

Lo dijo Henry Miller en su obra:
“La poesía del futuro será escrita
con gases mortíferos y bombas”,
porque una turba de necios trogloditas
fragmentará el planeta en mil pedazos,
calculando talvez que sólo ella
tendrá cabida en alejados cielos
cuando lejos se halle del planeta.