VIGESIMOCUARTO YO
Me
adoran los espíritus del aire
y
aquellos que habitan en el agua.
Ave
de vuelo potente y refinado,
me
ufano de mis muchas cualidades
cuando
bato mi soberbia envergadura
desde
el albo sur hasta los hielos árticos,
con
vientos incesantes cuyo aliento
sopla
como un monstruoso fuelle
sobre
el curvo espinazo de la Tierra.
Cruzo
el cielo contra las corrientes
mil
kilómetros sin batir las alas,
de
manera tranquila y elegante,
a
gran altura y armoniosamente.
Cuando
alguien decide asesinarme
sufre
el castigo de espíritus marinos,
que
hacen siempre zozobrar el barco
si
no atan mi cadáver al cuello del malvado,
sujeto
al palo mayor y con cien cuerdas,
sin
beber, sin comer y sin dormir,
hasta
que haya cesado la tormenta.