DECIMONOVENO
YO
Habito
las laderas y los páramos
de
las tierras escocesas
y
otros lugares del mundo
donde
incursiono sin vivienda fija.
Las
madres esconden a sus hijos
al
sentir mi presencia vagabunda,
y
los hombres más valientes y feroces
procuran
no salir cuando me acerco;
por
eso escaseo de alimento
y
cambio de lugar todos los días.
Me
suponen asquerosa y diferente
de
las otras ancianas boreales
por
mi ojo penetrante y único,
mi
piel azulosa y poco fina
o
mis grandes caninos que devoran
presas
crudas, y a veces cocinadas.
Me
dicen Annis la negra,
y
me agrada sentarme solitaria
sobre
un montón de esqueletos,
muy
cerca de las cuevas.
Cuando
alguien quiere atraparme
encuentra
sólo los huesos
que
han sobrado de mi dieta,
casi
siempre de cordero
cuando
escasean los niños,
que
son de mi preferencia.