miércoles, 29 de febrero de 2012

Del libro "La calle de las complacencias"


ZORRA MÍA

Como dice Aristóteles, y es verdad,
el mundo trabaja por dos cosas:
la primera para tener el sustento;
la otra cosa es para conseguir unión
con hembra placentera.
Libro de buen amor

Hagamos el amor, aquí y ahora,
no importa que camino prosigamos,
si a Roma o Jerusalén.
Eres mi puta preferida,
la que tiene hambre y sed de mí,
la que espera mi paga cuando da cobijo
a este falo enhiesto y enrojecido
por los efectos de una larga espera.

Ejerzamos en cualquier lugar:
Bajo los carromatos de las praderas,
en tiendas abandonadas de alejados caseríos,
en suntuosas residencias,
o simplemente en la hierba
ante la mirada cómplice del cielo.

Pero ejerzamos ahora, zorra mía,
cuando aún cae con fuerza
la lujuria del Sol sobre los pastos.

Del libro "La calle de las complacencias"


BEBEDIZO

¡No sé si elegir la copa transparente
y coloreada, o el vino sutil y purpurino!
Las Mil Noches y Una Noche

Anda, dile al puto de Aretino
que prepare un bebedizo para mi rival.
No soportaré por más tiempo a mi querida
yaciendo en la cama de ese chulo desmadrado.

Quiero una pócima digna de los Borgia,
sin pizca de sospecha por encima,
pero que lleve en sus entrañas
los siguientes elementos mágicos:
Un cabello rubio de doncella agonizante.
Una onza de calavera, raspada.
Un trozo muy pequeño de costilla de sapo.
Tres dientes de comadreja joven.
Un cuarto de ojo de murciélago.
La mitad del ombligo de un niño muerto.
El himen de una virgen extranjera.
Un borde diminuto de la Túnica Sagrada.
Un moco fresco de nuestro Santo Padre.
Todo eso mezclado con buen vino
y los últimos orines de la condenada.

Luego, cuando el brebaje esté listo,
que el puto de Aretino lo traiga personalmente,
lo descargue sobre la mesa y lo sirva
en las copas que tendré preparadas para la ocasión.
Ese día, como invitados especiales,
estarán mi ramera y su grasiento amigo.

De todos modos,
como siempre debe andarse con precauciones,
aunque el bebedizo es infalible,
propinaré sobre la espalda de mis huéspedes
unos golpes bien certeros con esta daga de plata.