miércoles, 4 de junio de 2014

Del libro "Poética de las sombras"



EL SEDUCTOR DE NIÑOS

Desde las altas montañas japonesas
me dirijo hacia los bordes de los ríos
en busca de terrenos más propicios,
produciendo avalanchas y desastres
para evitar que detecten mi presencia.

Atraigo los chiquillos hacia mí,
capturándolos y sometiéndolos
con cordeles sacados de su pelo,
para después devorarlos
con mis fauces de negro jabalí.

Ocupo su alma y me convierto
en amante de sus travesuras,
que proyecto contra la familia
en mis andanzas nocturnas.

Pero a nadie le enfada mi conducta
en ese territorio infortunado
porque, pese a mi atroz antropofagia,
soy el portador de buena suerte
que nunca quieren desterrar de sí.