TARASCA
Me
agrada vivir en el Tolima
por
su gente gárrula y amable.
Aparezco
como pez monstruoso
y
también en grandes cuevas,
como
fiera o alimaña repugnante.
No
causo daño a los niños
pero
los sigo para darles sustos,
y
hay quienes creen que los devoro
en
mis banquetes nocturnos.
Salgo
el día de Corpus Christi
(salía
porque hoy no se justifica)
con
alma de palo y cuerpo de tortuga,
grandes
ojos y quijadas movedizas.
Saltaba
y corría por los parques
atacando
transeúntes que llevaran
canastas
repletas de manzanas.
Era
la comparsa más popular
junto
a la indiecita en cueros
que
siempre me acompañaba.
Aparecía
también como ballena
sobre
una armazón forrada en lienzo,
a
cuyo lado bailaban los creyentes
adornando
con plumas sus cabezas.
Abría
y cerraba sin descanso
mis
fauces de cetáceo inmenso,
semejante
a tantos desgraciados
que
se reproducen como moscas
y
fallecen partidos por el hambre
en
esta era de la globalización.