HISTORIA DE
NORNAGESTA
Cuando las Nornas visitaron Dinamarca
en la residencia
de un noble cuya esposa
paría en ese
instante su hijo primogénito,
se introdujeron
al cuarto donde estaban
madre y niño
esperando los pronósticos
que siempre se
dan en tales casos.
La mayor predijo
cuando entró:
Será bien parecido y muy valiente.
La segunda
declaró:
Será próspero y excelente escaldo.
La tercera
completó el pronóstico:
Vivirá tanto como tarde en consumirse
el cirio que alumbra junto a él.
La primera, decidida
a no dejar
que sus augurios
fracasaran,
tomó el cirio y
apagó la llama
antes de dárselo
a la progenitora,
pidiendo lo
guardara entonces
hasta que el
hijo fuese adulto
y ya viejo se
cansara de vivir.
Entonando
intrépidas hazañas
a través de las
provincias boreales,
Nornagesta conservó la vela
entre su arpa,
para estar seguro.
Como era
entusiasta y muy poético,
no sintió pronto
cansancio de la vida
y estuvo en
tierra por trescientos años.
El rey Olaf lo
vinculó por fuerza
a la nueva
oscuridad de la península,
obligándolo a
encender el cirio
para mostrar que
las supersticiones
son mera vanidad
y nulo intento
de los que
tienen filiación pagana.
Vio Nornagesta con temor la llama,
finalmente
gastada y extinguida,
cayendo entonces
sobre el duro suelo
para nunca
volver a levantarse.
Así se confirmó
que los augurios
suelen cumplirse
inexorablemente
sin el permiso
de los inquisidores,
heraldos siempre
de conciencia mala.