PTOLOMEO
Fueron
necesarios 2.000 años
para
demostrar que andabas en error,
que
la Tierra no era el centro
de
tus delirios fantásticos.
Describiste
las órbitas celestes
en
un montaje perfecto
de
movimientos circulares,
que
ofuscaron incluso los cerebros
de
ilustres renacentistas.
Tu
ingenioso sistema cosmológico
fue
una singularidad poética,
con
la cual testimoniaste la llegada
al
hermoso planeta de los simios.