jueves, 26 de abril de 2018

Del libro "Abecedario poético y otros tantos"


















Doce horas el sol sobre nosotros,
escondido o quemando nuestra testa,
lo mismo que los valles y los ríos,
los mares y las cordilleras.

Doce horas la noche, soberana,
dando fondo a la luna y las estrellas,
cuando no, demostrando su iracundia
con rayos cegadores y tormentas.

Doce más doce veinticuatro
para un día completo, de alegrías,
o penas que nos matan poco a poco
con sus garfios de carnicería.

Entre horas, el tiempo, inexorable,
nos brinda o nos roba la esperanza
de un mañana feliz y más seguro,
donde poder recuperar la fuerza
que la vida nos pone en su balanza.

En esos lapsos escribo mis poemas,
que hablan de todo sin temor alguno:
los instantes de asombro, los amores,
los besos, las ausencias, las desgracias,
el crimen, la injusticia, la tristeza,
en un intento de alcanzar la cumbre
donde habitan los dioses y es su cuna.