miércoles, 11 de septiembre de 2013

Del libro "Poemas al futhark"



POEMAS AL FUTHARK (8)

Glorificas lo que sigue al sacrificio,
el triunfo que se alcanza en la batalla
y el renombre en la vida del valiente.

En el hechizo de las nueve hierbas
se menciona un poema donde Odín
recogió las nueve ramas de la gloria
para castigar la venenosa víbora,
partiéndola sin pena en nueve partes.

Eres igualmente, con tu cúmulo
de grandes energías positivas,
la Runa que vence a la serpiente
portadora de la pútrida ponzoña
que yace despierta desde antiguo
y tiraniza nuestra parte oscura.

Oh Wyn, por la magia de tu rostro
logras unir las tribus que proteges
contra las agresiones del mundo,
formando una hermandad propicia
donde todos trabajan en conjunto,
sin descartar la mediación del mago
que lucha por excelsos objetivos.

Sueles lanzar con espontáneo gesto
a los humanos en brazos del destino,
tanto más contradictorio y relativo
si se invoca el respaldo de los dioses.

El propio Tuerto, novena criatura
que apareció en los nueve mundos
con su capa, sus cuervos y sus lobos,
aplicando tus secretos demandó
lo más áspero y divino que protege
del mal helado matador de hombres,
para evitar el camino sin retorno
que conduce al país de los difuntos,
venciendo los instintos negativos
que guarda el enemigo en su caverna
sin el impulso del amor filial,
como puente en el río de los éxitos
y los dones que dan las otras Runas.
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EL FUTHARK

La palabra Runa significó en un principio “rugido”, pero con el tiempo la evolución semántica le dio la noción de “secreto susurrado al oído”. En todo caso, las Runas son un alfabeto mágico utilizado por las tribus germánicas de la Europa precristiana, del que se conocen distintas variantes, cada una con diferente número de caracteres. Odín, dios supremo del panteón escandinavo, ganó las Runas al permanecer colgado del árbol Yggdrasil (el gran fresno sagrado), durante nueve días con sus noches, herido de un lanzazo. En cuanto al origen histórico de las Runas, es todavía más confuso que su origen mítico.
Con el transcurso de los años aparecieron distintas versiones del abecedario rúnico, añadiendo algunos caracteres, mientras otros caían en desuso. Así, hoy tenemos tres variantes principales, de las que se derivan versiones secundarias. A la más antigua de sus formas se le llama Futhark común o germánico, que consta de veinticuatro signos, más otro, añadido posteriormente, denominado “Runa blanca”.
El nombre de este Futhark resulta de las seis primeras letras, de los seis primeros nombres (Feoh, Ur, Thorn, As u Os, Rad y Ken) que se traducen por f, u, th, a, r, y k. Fue el más usado en el norte de Europa continental, entre los siglos V y VIII d. de C.
La segunda variante es la anglosajona, utilizada en Gran Bretaña, entre los siglos V y XII d. de C. Constaba de veintiocho letras, aunque llegó a tener hasta treinta y tres.
La tercera es la del Futhark nórdico o escandinavo, utilizada en Islandia y en la península que conforman los países de Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca. Tuvo su auge entre los siglos V y XII d. de C. Y es la que ofrece mayor número de formas escritas.
Los demás Futhark tienden a ser variantes criptográficas de alguno de los tres abecedarios rúnicos principales.