sábado, 26 de mayo de 2012

Del libro "El panteón incompleto"


HEGEL

Parecía poco menos que atildado,
pero algo en él causaba curiosidad
y sonrisas no bien disimuladas
en el rostro juvenil de sus discípulos.

Su jerga, sencillamente estrambótica,
resultaba difícil de seguir
cuando el grueso torrente de palabras
se iba convirtiendo
en un pobre balbuceo imperceptible.

Su porte severo más que bonachón
impactaba de manera inexplicable
al minúsculo grupo de fanáticos
que trataba de imitarlo
hasta en su forma de hablar.

Su discurso repleto de alusiones
y casi paupérrimo en la síntesis
los dejaba muy bien impresionados
aun sin comprender su desarrollo,
convencidos de que dicho profesor
llegaría a esclarecerles
los intrincados misterios de la vida.

Pero el gran ideólogo dialéctico,
con una Enciclopedia y una Lógica
(sin contar otras obras capitales),
se mezclaba también con lo mundano,
y fue así como pudo perpetuarse
en el vientre disponible de una criada
que servía a las órdenes de un conde.