domingo, 17 de agosto de 2014

Del libro "Trampantojos y otros versos"



AMARILLO

Avivas la flor de la retama y cubres
la piel de limones y naranjas
en los cultivos del oriente asiático.
Tercero en el espectro, nos invades
con tu monarca el Sol cada mañana.

Ardiente como el fuego, eres señal
de la aguda intuición y el intelecto
que por lucíferos caminos nos conducen
hasta el trono de los reyes y los dioses.

Destierras la ignorancia con tu brillo,
dispuesto siempre a la investigación,
y en los sueños anuncias los mensajes
de quienes pueden retener sus logros.

Doras la noche con la Luna helada,
las estrellas y las constelaciones,
el largo espinazo que acompaña
nuestro viaje por la inmensidad.

Amarilla es la riqueza y es el ojo
de los tigres en la oscuridad.
Amarillo, amarillo y sólo eso
puede brindarte mi espejismo eterno
como prueba de fidelidad,
frente a viejas promesas pronunciadas
en los albores de mi juventud.

Del libro "Trampantojos y otros versos"



COCODRILO

Antes que reptil, en Occidente soy
un animal voraz, símbolo de la hipocresía
y la duplicidad. En Oriente se me asocia
con el origen del canto y del tambor.

Los chinos afirman que represento
la armonía del mundo. Los camboyanos
me asignan relaciones con la lluvia
y el resplandor de los relámpagos.

Soy en India la montura de Vam
y simiente verbal para las aguas,
concepto quizás incomprendido,
aunque me esfuerzo en explicarlo,
y muchos lo han intentado.
Origen de la Tierra
en las tribus precolombinas,
surgido de los mares primordiales.

Dicen los mayas que llevo el planeta
sobre el lomo, envuelto en una caracola,
y me hacen sustituto del jaguar que viaja
y protege los llamados Cuatro Caminos.

En Egipto soy devorador de almas
que no pudieron justificar sus actos;
nacimiento del día, por mis ojos;
por mi boca, símbolo del amanecer;
repugnante homicidio por mis dientes;
por mi cola, la ciega oscuridad.

Fui para los cristianos medievales
semejante a un dragón, y encarnación
de fuerzas tenebrosas y asesinas,
combatidas por andantes caballeros,
igual que alegoría demoníaca
vinculada a la serpiente misteriosa
que los feligreses vencían sin temor
con promesas y oraciones diarias.

Frente a supuestos cuya desbordada
imaginación no tiene límites,
me parece innecesario agregar algo
para terminar de escribir este poema,
extravagante como todas mis criaturas.

Del libro "Trampantojos y otros versos"



DIAPAUSA

Me cortaré el frenillo de la lengua
para llevarla a mi laringe y taponarla;
cubriré con cera los orificios nasales
y llenaré mi boca de vegetales.
Me tenderé sobre el piso para entrar
en el más profundo estado cataléptico.
Suspenderé mis funciones vitales
como lo hacen los faquires en la India,
antes de proceder a sepultarme vivo
por un tiempo audazmente prolongado.

En 40 días podrán abrir la tumba
y apreciar mi cadáver incorrupto,
que no desprende olores,
mis brazos y piernas disecados,
mi corazón y mis arterias sin latidos,
el cuerpo frío y ya momificado.

Deberán exhumarme por completo
y bañarme después con agua fresca
(menos que hirviendo y más que tibia),
friccionarme vigorosamente
y aplicarme cataplasmas en la sien
con harina de trigo muy caliente.

Cuando destapen los orificios
y regresen mi lengua a su lugar,
retomando el hilo de la vida,
les prometo, sin ánimo de engaño,
intentar maneras más decentes
de acercarme a la buena poesía.