viernes, 20 de julio de 2012

Del libro "La calle de las complacencias"


IMPERIA

...¡Renacerás, deseo!
y no dirás tu otro nombre.
Saint John Perse

Preferiste a los clérigos, eruditos y poetas
lo mismo que la buena vecindad
de la iglesia de Santa Lucía.

Además de una preciosa villa en el campo
ganaste con tus mañas
suntuosas residencias en pleno corazón romano.

Emulaste cuerpo a cuerpo con Beatriz,
la que, según algunas lenguas, fue íntima de Rafael.
También con Tulia, la de trenzas doradas,
que murió sin cobre junto al Tíber.

Y qué decir de Nana
vendiendo cada noche una nueva virginidad
antes de robar a los parroquianos,
mientras éstos soñaban complacidos
con la reciente y ficticia desfloración.

Pero nada fue bastante para ti.
Tu inmensa soledad sólo acabó
cuando cortaste voluntariamente
la red libidinosa de tus pocos años.

De la vida escabrosa que llevaste,
queda apenas un mármol honorífico
y un escozor indeciso en nuestros falos.

Del libro "La calle de las complacencias"


EL SUEÑO

¡Querido mío, realmente
has soñado cosas muy extrañas!
Las Mil Noches y Una Noche

Veo en sueños el sofá.
La casa decorada con alfombras y cortinas rojas.
Del fondo de las habitaciones las chicas salen
para dar la bienvenida al único cliente de la noche,
que soy yo.

Son cuarenta y tres.
Corren hacia mí dulcemente, semidesnudas,
como gacelas de una primavera sin fin.
Mueven sus caderas deliciosas,
jóvenes y tiernas, untuosamente perfumadas
y adornadas con diminutas cadenas de oro.

Versadas en el buen hablar,
con palabras graciosas y reluciente sonrisa
cantan y bailan, poseedoras de todos los secretos
que hacen vibrar mi corazón y mi apetente bálano.

Me lavan las manos y los pies,
me ungen con aceites olorosos
y me tratan en todo
como a un inteligente y acaudalado Señor.

Luego...
Los sueños son los más encantadores de todos los engaños.
Sea por eso y por todo, glorificado Alá,
porque Él, y sólo Él, es grande y misericordioso.