SUBASTA
–Ahora
sí, apreciados asistentes:
Vamos
a rematar este cráneo, perteneciente
a
uno de los más connotados escritores.
Como
pueden observar, el hueso frontal
tiene
prominencias muy marcadas
debido
a la brillante inteligencia
que
acompañó al occiso.
Miremos
detenidamente las fosas nasales,
cuyas
características indican
una
recta y bien desarrollada nariz
que
el artista utilizó con eficacia
para
oler los buenos y los malos versos.
Debido
al tamaño de sus temporales
nos
es dado pensar que el escritor
fue
amante de la naturaleza
y
versado en los oficios del mar.
Según
esta cavidad, su masa encefálica
fue
desproporcionada, y el maxilar superior,
junto
con el inferior
cuyos
cóndilos y escotaduras sigmoideas
presentan
una morfología perfecta,
nos
habla de su gusto por la buena mesa.
–¡Cien
mil pesos por el cráneo!
–Es
muy poco, señorita. Recordemos:
No
todos los días tenemos en nuestra biblioteca
una
hermosa calavera. ¡Y menos la de un poeta!
¿Quién
aumenta la cifra?
Detállese
la línea alveolar con su cuidada dentadura,
la
espina de spix, la apófisis estiloides...
Todo
de una perfección impecable,
sin
el menor deterioro.
–¡Doscientos
cincuenta mil!
–Ánimo
las damas. Será un bello recuerdo
del
hombre que tanto las amó.
Conocía
la sicología femenina,
fue
cantor infatigable de sus cualidades
y
respetuoso de sus sentimientos.
Al
comprarlo rendirán homenaje a los artistas
y
la posteridad las premiará.
–¡Quinientos
mil y me lo llevo!
–No
se puede, señor. Haga otro esfuerzo.
Estamos
en un momento crucial,
el
tiempo apremia. Decídanse de una vez.
El
cráneo está totalmente barnizado,
no
le falta ni le sobra nada.
Los
agujeros mentonianos,
infra
y supraorbitarios,
son
obras maestras de la genética.
Los
orificios del conducto auditivo externo
demuestran
una excepcional capacidad
para
la música y el canto,
algo
que puede comprobarse mirando los archivos
o
leyendo su apasionante biografía.
–¡Un
millón contantes y sonantes!
–Casi,
casi, venerable anciana.
No
se desanimen. Es la oportunidad de sus vidas.
Debe
estar triste el poeta en la eternidad
viendo
a sus lectores tan poco generosos,
contrariamente
a lo que siempre demostró
en
todas sus actividades.
Este
cráneo ha sido conservado con esmero
desde
hace treinta años
y
es solicitado actualmente por científicos
y
centros culturales de todos los países.
–¡Que
lo partan y subasten los pedazos!
–¡Qué
horror, excéntrico caballero!
Este
cráneo es un tesoro.
Mutilarlo
equivaldría a profanar su grandeza.
Gracias
a la filantropía de nuestro director
podemos
rematarlo, y eso
para
hacer un monumento a la memoria del poeta.
–¡Diez
millones y remátenlo!
–¡Magnífico!
¡Magnífico! Es una buena oferta.
¿Quién
desea superarla? Reflexionen. Reflexionen.
Pasarán
siglos antes de un hecho similar.
Los
poetas son escasos
y
no siempre tienen un cráneo tan bien cuidado.
Las
cicatrices óseas que ustedes ven
no
fueron debido al accidente
sino
a pequeñas travesuras infantiles.
¡No
valen la pena!
–¡Pago
lo que sumen las ofertas anteriores!
–¡En
horabuena, señora! Es usted inteligente.
Ha
hecho la mejor oferta de la noche...
¡Silencio
en la sala, por favor!
Respetables
oferentes: Es el instante supremo.
Haremos
el conteo regresivo
y
si no hay objeción,
remataremos
este cráneo
en
la no despreciable suma de once millones
ochocientos
cincuenta mil pesos...
Seis
/ Cinco / Cuatro / Tres / Dos...
Aún
quedan posibilidades...
Veo
a un caballero en el extremo del salón
que
viene hacia el estrado.
Puede
ser una sorpresa, trae un papel en la mano.
–Exactamente,
señoras y señores.
Este
documento que guardo con sigilo
desde
que el poeta lo puso en mi poder,
contiene
la única oferta respetable
que
se ha hecho hasta el momento.
Voy
a leer para corroborarlo.
Dice
así:
Yo,
cuyo nombre aparece en esta declaración,
en
uso de todas mis facultades, decido:
Dejar
mi calavera como prueba de amistad
al
poeta Jaime Jaramillo Escobar,
para
que la conserve, si a bien tiene,
sobre
el escritorio de su biblioteca.
Si
el poeta Jaramillo Escobar
muere
primero
o
no puede por alguna circunstancia
hacerse
cargo de ella,
debe
ser entregada a una institución
que
investigue seriamente
los
efectos prácticos de la poesía.
Firmado:
Verano Brisas,
Medellín,
Colombia, junio 4 de 1987.