GUANDO
Me
cargan cuatro personas
que
llevan el muerto sobre mí.
Aparezco
un día antes
de
que salgan los difuntos
a
conversar con los vivos,
y
a quien encuentro le digo:
¡Meta el hombro
compañero,
no se haga tanto
el pendejo!
Doy
sensación de silencio
y
miedos incontrolables,
pues
fui avaro y solitario,
no
ayudando en los entierros
cuando
estuve de paseo
por
los eriales del mundo.
Me
condujeron en guando,
pero
al cruzar cierto puente
fui
pesado y caí al río.
La
corriente me arrastró,
y
aunque mucho me buscaron
jamás
volvieron a verme
en
ninguna de las tierras
de
mi nativa región.
Desde
entonces mi leyenda
se
conoce en las montañas
que
conforman el país,
como
Guando o Barbacoa
que
le exige a los vivientes:
¡Meta el hombro
compañero,
no se haga tanto
el pendejo!