EL CAZADOR
Los
campesinos tolimenses piensan
que
pueden escucharme entre los árboles
y
puntos alejados donde hay caza,
con
mi grito melancólico y profundo
y
el también desconsolado de mi perro
cuando
ladra en mitad de la espesura.
Soy
cazador maldito desde antaño
por
salir al monte un Viernes Santo,
cuando
a nadie se permite trabajar
ni
desplazarse en busca de animales.
Así
que al disparar contra una presa
ésta
huyó sin descanso noche y día
llevándome
hasta el centro de la selva,
donde
una fuerza extraña me ocultó
de
los hombres y mujeres, mis hermanos.
Hoy
mi grito lastimero puede oírse
en
los bosques espesos y lejanos,
igual
que el aullido tremebundo
de
mi perro cansado y dolorido.
Se
percibe mejor mientras se reza
por
el miedo que produce mi alarido,
al
perder la integridad frente al embrujo
que
manejo en las montañas del Tolima
y
otros sitios del croquis colombiano.
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