sábado, 22 de diciembre de 2012

Del libro "El panteón incompleto"



OSCAR WILDE

Ruiseñor que ambicionó la gloria,
siendo cubierto por el lodo
del más flematizado Imperio.

Maestro de la estética
golpeado por el prosaísmo
en los salones de alta sociedad
cuando quiso vivir en una eterna
actitud conquistadora,
como si aquella nación cosmopolita
hubiese mirado alguna vez
con justicia sus colonias irlandesas.

Ave de vuelo refinado
en el cielo de la imaginación,
que bajó con brillantes terciopelos
y solapas de frescos girasoles
al predio de las pasiones humanas.

Hombre de aguda inteligencia,
despreció cualquier trabajo horrible
para ganarse el pan,
creyendo que el éxito era fácil
con sólo dar comida a cierta gente
o ser piedra de un escándalo mayúsculo.

Triste y derrotado lo vio Francia
en sus últimos momentos,
carente de las cosas más amadas.

Como una paradoja venturosa,
surgida del destierro y de la muerte,
comenzó su ascensión por el atajo
que conduce a los pocos elegidos
al vacuo paraíso de la posteridad.

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