CONFESIÓN
DE UN VIEJO MARINO
Soy
un viejo lobo de mar
a
quien se le han muerto
todas
las madres de sus hijas,
pero
no sus mares interiores.
Soy
un viejo marino
que
lleva en su corazón
el
rugido de las olas
y
las grandes tempestades
que
pugnan por invadir
las
desconocidas playas
de
la poesía y la locura.
Soy
un viejo lobo de mar
que
no da brazo a torcer
en
las noches bohemias
del
delirio y la imaginación,
gozadas
en bares marginales,
especialmente
aquellos
marcados
por el desenfreno
y
la danza de ritmos ancestrales.
Soy
un viejo marino
que
vive con la inocencia
de
una tarde septembrina,
cuando
las hojas caen
como
trofeos amarillos
de
la estación ya ida.
Soy
un viejo lobo de mar
que
morirá en su ley
borracho
de amores y de vida,
como
sólo pueden hacerlo
los
eternos anarquistas
de las falacias del
mundo.
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