COMO UNA MALDICIÓN
Los barcos en el muelle y el amor navegando;
la inmensidad del mar abrazando los sueños.
La quietud de la noche, bajo las estrellas.
Todo solemne y calmo como un embrujo antiguo.
Sólo yo, en mi fiebre de poeta ignorado,
castigo los senderos de la imaginación.
Tal vez en otras aguas, y en intangibles puertos,
pueda atracar mi nave, robada al universo.
La soledad se aferra, con sus garfios de acero,
como una maldición.
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