DESDE MI PANGA
Un barco en la distancia miro,
potente, majestuoso y bello,
que guarda en sus bodegas mudas
cargas de brandy y espumoso vino.
Sólo llevo trasmallo y dos anzuelos
en mi panga, pequeña y vulnerable
frente al monstruo gigante y prepotente,
que amenaza con sus redes barredoras
el entorno verdeazul de mi destino.
Sus velas, hinchadas por el viento,
baten las olas desde la cubierta,
donde ríen tripulantes y turistas
degustando manjares y licores,
en una orgía general sin término.
A lo lejos, la luna, entrometida,
se levanta poco a poco hacia lo alto,
mientras la noche, indoblegable y negra,
desdibuja el crepúsculo oceánico,
cubriendo panga y barco con su manto.
Él embiste las aguas agitadas
y yo vuelvo a mi humilde fondeadero,
donde amarro mi panga compañera,
pensando que mañana tal vez tope
otro barco amenazante en mi camino.
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