A MIS
POCOS E INTELIGENTES AMIGOS
Opinar sobre
casos aislados,
sin ninguna
contextualización,
produce
inopia, intolerancia y fanatismo,
cuando no una
infecta diarrea cerebral.
Desgraciada
la sociedad que usurpa
las
inquietas locuras del amor
para fines siniestros
y prosaicos,
pudiendo
utilizarlas para reflexionar
sobre
acontecimientos filosóficos,
científicos,
religiosos o políticos.
Pobre y
bárbara manada,
inmersa en
su complejo reptiliano
y su sistema
límbico,
lejos del
neocórtex triunfante
por la inteligencia
y la razón,
donde lo
intelectual tiene su sede
al servicio
del arte y la cultura.
Me quedo con
ustedes, los capaces
de levantar
los ojos hacia el firmamento
con un
discurso coherente y claro,
sin pasiones
ni agresividades.
Fuera de mí
los que rechazan
escuchar opciones
porque ven
la diferencia como un crimen.
Sólo acepto
intelectos comprensivos,
más allá del
oscuro basurero
donde
yacemos, miserablemente,
mientras una
minoría se pudre en el poder,
conseguido a
expensas de la guerra,
que torna en
monstruo la flaqueza humana.
Bienvenidos
a mi modesta vida
ustedes,
amigos, que aún aceptan
mi naufragante
corazón marino.
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