viernes, 10 de noviembre de 2017

Del libro "Por si las moscas"


















ALGO PERSONAL

Quiero decir lo que me ocurre y siento
frente a una amiga generosa y bella,
de amplia sonrisa y resplandor ardiente
como sol de verano al mediodía
cuando se posa en la llanura verde.

Profunda y desdeñosa al mismo tiempo,
como es común al femenino encanto,
mientras bulle en tristezas y alegrías
su noble corazón despedazado.

Paradojal en quehaceres cotidianos
(así la miro en su cambiante esfera),
su piel dorada como miel de agosto
es la imagen final que me enajena.

¿Lo sabe o no la sabe? Yo lo ignoro.
Quizás lo intuya en su interior sellado
por mi verso enloquecido y puro.

Este amor, tormentoso y desolado,
pierde la calma que la vida ofrece,
cuando lejos de ilusiones y utopías
se hace visible, se cultiva y crece.

Es un caso fatal y sin remedio,
porque ella, más lejana cada día,
lo torna inaccesible en lo terreno,
como prueba de castigo inmerecido,
propiciado por un destino incierto,
en mi viaje inexorable hacia el olvido.

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