POEMA PARA DOS
Una dama, sensible y talentosa
en el arte de la danza y la belleza,
soñó un poema de expresión sublime
que nos habla del recóndito paraje
donde el hombre retiene la semilla
productora del milagro de la vida.
Y lo acaricia con sedosas manos
o su boca y su lengua erotizadas
por el fuego interior que la domina,
fundiendo en uno los que fueron dos
cuerpos embriagados por las mieles
generadoras del sexo y sus delicias.
Gónadas productoras de gametos
o células que navegan por la linfa
en la nave varonil de los testículos,
protegidos a su vez como una joya
por la piel café y rugosa del escroto.
Fue el sueño de mi amiga un desafío
para escribir este poema sicalíptico,
donde canto con ella los deleites
de palpar y besar esos montículos
que florecen en la ingle de los machos
como rosa de jardines predispuestos
a celebrar, entre besos y caricias,
bajo un techo de lluvias o de astros,
las sempiternas liturgias del amor.
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