domingo, 17 de agosto de 2014

Del libro "Trampantojos y otros versos"



DIAPAUSA

Me cortaré el frenillo de la lengua
para llevarla a mi laringe y taponarla;
cubriré con cera los orificios nasales
y llenaré mi boca de vegetales.
Me tenderé sobre el piso para entrar
en el más profundo estado cataléptico.
Suspenderé mis funciones vitales
como lo hacen los faquires en la India,
antes de proceder a sepultarme vivo
por un tiempo audazmente prolongado.

En 40 días podrán abrir la tumba
y apreciar mi cadáver incorrupto,
que no desprende olores,
mis brazos y piernas disecados,
mi corazón y mis arterias sin latidos,
el cuerpo frío y ya momificado.

Deberán exhumarme por completo
y bañarme después con agua fresca
(menos que hirviendo y más que tibia),
friccionarme vigorosamente
y aplicarme cataplasmas en la sien
con harina de trigo muy caliente.

Cuando destapen los orificios
y regresen mi lengua a su lugar,
retomando el hilo de la vida,
les prometo, sin ánimo de engaño,
intentar maneras más decentes
de acercarme a la buena poesía.

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