TODO
INÚTIL
He
denunciado los vicios de los hombres
protestando
y sintiendo repugnancia,
cuando
no resentimiento ante sus crímenes,
sus
robos y tozuda indiferencia
de
los que pueden mejorar las cosas.
Sé
que nada cambian las denuncias,
las
protestas y la repugnancia,
tampoco
los oscuros sentimientos
ni
los amagos de intonsa rebeldía,
caída
en el vacío y la desesperación
porque
a nadie interesan ni conmueven.
¡Bienvenidos
entonces los placeres,
junto
al azar y sus dados imprevistos!
En
mi vejez sólo estoy para el amor,
fugaz
e iluso como todo lo terreno.
Deseo
en mi lecho bellas jóvenes
que
revivan mi rescoldo adormecido
con
sus risas alegres y expansivas,
sus
miradas de sol resplandecientes,
sus
ígneos besos, sus inquietas manos,
sus
cuerpos cálidos, prontos al deleite,
donde
sientan el jadeo de los dioses
que
apasionados se mezclan y copulan
frente
a Venus y Adonis complacientes.
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