domingo, 31 de agosto de 2014

Del libo "Trampantojos y otros versos"




LOS CAPATACES

Tienen oro, armas, poder y lo dominan todo, haciendo lo que les viene en gana.
Extraen vísceras y demás órganos útiles para experimentar en sus laboratorios, succionando la sangre de los desposeídos, con el fin de comerciar con ella.
En otros miden la radioactividad y sustancias como virus y bacterias, ya que son los capataces del mundo.
Dan narcóticos y alucinógenos a las víctimas, sin su consentimiento, para probar en ellas los efectos que les permitan doblegar la especie.
En las grandes haciendas como China, Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, fuera de otras que dejo a la imaginación, conforman agrupaciones secretas, encargadas de realizar su trabajo deletéreo, mientras siguen con las manos limpias.
Si los conejillos mueren, quedan locos o contaminados, no serán culpables ante los pueblos subdesarrollados. ¿Qué los cobayos se tornan agresivos y se lanzan por peñascos y balcones, dispuestos al suicidio?
Qué importa; para eso están las guerras, las masacres, las torturas, los hospitales psiquiátricos, los centros industriales, los campos de concentración y las penitenciarías.
Guerras bacteriológicas, religión, ejército y políticos corruptos afirman su seguridad en forma más eficaz y convincente que todos los arsenales juntos.
Invadieron Vietnam, Irak, Afganistán y otros países que rechazaron su órbita, con resultados inciertos, cuando no con un rotundo fracaso.
Provocan males, pero eso no interfiere sus determinaciones. Con la desgracia ajena apilan sus ganancias y fabrican bombas para futuras guerras.
Condenados a soportar las rebeliones, lamentos e imprecaciones de la chusma que desconoce sus prebendas, no dan el brazo a torcer.
Por algo son los capataces eternos y tienen preparada la colonización espacial. A Marte ya lo miran como su nueva casa.
Nadie es dueño de nuestra vida, nuestra conciencia y organismo, salvo los capataces del mundo, amos del oro, las armas y el poder.

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