LOS
CAPATACES
Tienen
oro, armas, poder y lo dominan todo, haciendo lo que les viene en gana.
Extraen
vísceras y demás órganos útiles para experimentar en sus laboratorios,
succionando la sangre de los desposeídos, con el fin de comerciar con ella.
En
otros miden la radioactividad y sustancias como virus y bacterias, ya que son
los capataces del mundo.
Dan
narcóticos y alucinógenos a las víctimas, sin su consentimiento, para probar en
ellas los efectos que les permitan doblegar la especie.
En
las grandes haciendas como China, Estados Unidos, Rusia y Gran Bretaña, fuera
de otras que dejo a la imaginación, conforman agrupaciones secretas, encargadas
de realizar su trabajo deletéreo, mientras siguen con las manos limpias.
Si
los conejillos mueren, quedan locos o contaminados, no serán culpables ante los
pueblos subdesarrollados. ¿Qué los cobayos se tornan agresivos y se lanzan por
peñascos y balcones, dispuestos al suicidio?
Qué
importa; para eso están las guerras, las masacres, las torturas, los hospitales
psiquiátricos, los centros industriales, los campos de concentración y las
penitenciarías.
Guerras
bacteriológicas, religión, ejército y políticos corruptos afirman su seguridad
en forma más eficaz y convincente que todos los arsenales juntos.
Invadieron
Vietnam, Irak, Afganistán y otros países que rechazaron su órbita, con
resultados inciertos, cuando no con un rotundo fracaso.
Provocan
males, pero eso no interfiere sus determinaciones. Con la desgracia ajena
apilan sus ganancias y fabrican bombas para futuras guerras.
Condenados
a soportar las rebeliones, lamentos e imprecaciones de la chusma que desconoce
sus prebendas, no dan el brazo a torcer.
Por
algo son los capataces eternos y tienen preparada la colonización espacial. A
Marte ya lo miran como su nueva casa.
Nadie es dueño de nuestra vida, nuestra conciencia y organismo, salvo los capataces del mundo, amos del oro, las armas y el poder.
Nadie es dueño de nuestra vida, nuestra conciencia y organismo, salvo los capataces del mundo, amos del oro, las armas y el poder.
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