lunes, 7 de julio de 2014

Del libro "Por si las moscas"




MALDICIÓN

La hora en que yo muera
(¡ y el día esté lejano!)”
no quiero ceremonias de ninguna clase.
¡Lejos de mí toda parafernalia!

A los que ignoren mi deseo póstumo,
pestes y desastres los invadan siempre
como ratas voraces y dañinas,
hasta la décima generación.

Exijo procedimientos limpios,
rápidos, sencillos y discretos,
aunque mejor sería
morir en la mitad del mar,
lejos, muy lejos del contacto humano.

Así, los voraces tiburones,
mis eternos amigos respetables,
tendrían su banquete submarino,
digno del inmenso Poseidón.

O bien a gran altura cuando estalle
la nave que me lleva a otras tierras,
abrasado por sus llamas voladoras
que consumen los cuerpos en el aire.

¡Eso es morir!, no entre las sábanas
de una cama doliente y anodina,
con sudores y lágrimas insípidas,
o tontos comentarios de pasada
que indignan mi silencio y mi ataúd.

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