EVOLUCIONES
ESTELARES
Gas
y polvo de las grandes nubes,
llamadas
protoestrellas locamente,
iluminan
los sueños de mis noches
cuando
intento traspasar los límites
de
mi débil y corta fantasía
viajando
por caminos ignorados.
No
veré colapsar masas informes
ni
el inmenso calor que oprime el núcleo,
compuesto
de abundante hidrógeno,
donde
las reacciones de fusión se inician
hacia
otro estado futuro evolutivo,
ni
sillas en la mesa de mis nietos
como
atentos parroquianos del futuro.
Sin
hidrógeno, las masas estelares
serán
gigantes rojas dispuestas a explotar,
dando
inicio a brillantes supernovas,
difusas
nebulosas planetarias,
negros
agujeros, estrellas de neutrones,
enanas
blancas castas y discretas,
o
cuerpos siderales más exóticos
ignorados
y regidos cabalmente
por
leyes para mí desconocidas,
en
las vastas llanuras del silencio.
Impotente
viviré, ignaro y sorprendido
frente
al vasto arsenal del universo,
como
vive una ameba en altamar,
un
neutrino en la extensión del átomo,
o una simple oruga en
el Sistema Solar.
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