UN AMIGO MUY
ESPECIAL
Un antiguo y
noble amigo mío,
perteneciente a
la raza de los vanas,
divinidades del
aire y de las aguas,
recibió de
regalo por su primer diente
la Tierra de las Hadas, vista siempre
como patria de
los elfos de la luz.
Es el monarca de
los rayos del Sol
y de las cálidas
lluvias de Verano.
Habita en su
palacio con aquellos
que le obedecen
sin contradicciones.
Con su espada,
don de sus mayores,
tan pronto la
desenvaina vence
a los gigantes
de los páramos,
que odia tanto o
más que Thor.
Los enanos le
regalaron un jabalí
cuyas cerdas
amarillas simbolizan
los poderosos
mensajeros solares
y el grano que
madura en las cosechas,
cuando el sacro
animal rasguña el hielo
con su brillante
colmillo puntiagudo,
para que todos
reinicien los arados.
A veces monta en
su dorada bestia
cubierto de oro,
de flores y de frutas
que van
surgiendo en la rojiza tierra.
Así es mi amigo,
el enrazado en vana,
quien posee un
barco que navega
sobre todos los
mares del planeta
con vientos
propicios y constantes,
al que achica o
agranda a voluntad
con el fin de
transportar los dioses
que viajan con
enormes equipajes
por las aguas
del ceñudo Norte,
o lo guarda
discreto en el bolsillo
como una
servilleta bien doblada,
según sus
aficiones y necesidades.
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