EXTRAÑA HISTORIA
La olla de las
pociones era enorme,
pero el dios
marino no se sintió seguro
cuando le
hablaron sobre el gran convite.
El del Trueno
prometió enseguida
una de mayores proporciones,
y partió con Tyr sobre un carro tirado
por varios
chivos de su propiedad
hasta la casa
del gigante Hymir,
dueño de una de incontables
millas,
en anchura y en
profundidad.
Llegados a la
casa de aquel monstruo,
hallaron dos
mujeres: la más vieja
abuela de Tyr, con novecientos rostros,
y una joven
giganta muy hermosa
que dio muestras
evidentes de alegría
con su sonrisa
de infantil tigresa.
Al saber la
intención de los viajeros,
los ocultaron
tras un montón de ollas
que reposaban en
los travesaños,
pues su padre y
esposo, irreflexivo,
podría matarlos
como bienvenida.
Al llegar el
gigante, su consorte
le habló taimada
de los visitantes;
volvió éste su
mirada furibunda
hacia donde estaban
Thor y Tyr;
vigas y ollas
cayeron con estruendo,
rompiéndose al
instante, menos una.
La astuta vieja
convenció a Hymir
de que fuera a
saludar los huéspedes
con dos fornidos
bueyes de agasajo.
Éste complació de
mala gana
el capricho
irracional de su mujer,
observando
iracundo y compungido
cómo engullía la
deidad del Trueno
el más robusto
vacuno del lugar.
Fingiendo respetar
los invitados
farfulló excusas
y se fue a dormir.
Por la mañana se
dirigió a la costa
con Thor, que lo siguió de cerca
ofreciéndole su ayuda
solidario.
Buscar le pidió Hymir su propio cebo
y el dios mató otro
buey como respuesta,
mientras aquel capturaba
dos ballenas
para aumentar el
suculento desayuno.
Sintiendo Thor un tirón exagerado,
cobró el sedal
tan fuerte como pudo;
por la tormenta
desatada comprendió
que la serpiente
Midgar era su presa,
como en otras
ocasiones del pasado.
Trató de
acumular más energía
y el reptil
emergió rompiendo el bote,
en tanto el dios
resbalaba sobre un pie
que fue a dar a
la orilla del boquete,
agrandado por la
furia del combate.
Después de
intensa y prolongada lucha
la cabeza del
monstruo apareció.
Thor se preparó para romperla
con su duro
martillo, pero Hymir,
temiendo viajar
hacia el abismo,
cortó el sedal y
la serpiente huyó.
Furioso el dios le
dio tan duro golpe
que el gigante
naufragó enseguida
saliendo luego
donde estaba Thor,
tomó las dos
ballenas sobre el hombro
y sin premura regresó
a la casa,
descargando despectivo
los cetáceos.
Entonces la
deidad, ya sosegada
de cerca lo
siguió con bote y aparejos,
llevándolos
también sobre los hombros.
Habiendo Hymir terminado el desayuno,
lo retó a destruir
el recipiente
con el soplo de
su respiración.
La deidad lo
lanzó contra una piedra
sin conseguir
rajarlo. Pero atendiendo
las sugerencias
de la abuela de Tyr,
lo arrojó contra
un guerrero joven
que patrullaba silencioso
por la playa.
Al ser vista por
Hymir tal fortaleza,
cedió la olla
que tanto habían buscado.
Tyr trató de levantarla inútilmente,
pero Thor lo intentó con tanta fuerza
que la izó como
una simple hoja
frente al rostro
asombrado del gigante.
Vencedores y alejados
del peligro
caminaron con el
cuenco en alto
a manera de
sombrero en sus cabezas.
Hymir decidió con tres hermanos
alcanzarlos de
nuevo, pero Thor
lanzó el
martillo contra los verdugos,
eliminándolos de
un certero golpe
mucho antes de ser
interceptados.
Al fin libres de
Hymir y sus secuaces
escaparon con la
olla hacia su tierra,
en la cual
elaboraron la cerveza
más lograda de
la última cosecha,
imprescindible
para el gran convite,
después de
sufrir las privaciones
que dan las aventuras
de la guerra.
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