NO ESTÁ LA TIERRA PARA HACER SONETOS
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Este
globo feraz y complaciente
donde
hasta el Sol enamorado brilla
tiene
en los hombres la feroz pandilla
que
maltrata su rostro impunemente.
Mares
hondos y selvas sin orillas
aprisionan
su croquis rudamente,
y
en su dorso doblando la rodilla
una
turba de hienas inclementes
besándole
a la muerte los talones.
Pero
todo tendrá su fin un día,
cuando
termine la mortal querella
y
no sangre su vientre a borbotones.
Habrá
paz de verdad, no fantasía
en
noche oscura sin ninguna estrella.
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